López-Gatell y las cifras catastróficas de la pandemia

“Ya no hay posible beneficio de la duda: ha cometido un error tras otro”

Es difícil saber por qué el presidente López Obrador le tiene tanta confianza a Hugo López-Gatell. El subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud tuvo sin duda una buena preparación académica. Estudió en la UNAM, en el Instituto Nacional de Nutrición y recibió un doctorado en Epidemiología de la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos, quizá la mejor escuela de medicina del mundo. Pero su trabajo profesional ha sido cuestionado en repetidas ocasiones.

Durante la pandemia de influenza AH1N1 López-Gatell era director general adjunto de Epidemiología; le tocaba llevar a cabo las pruebas de detección —aunque él mismo pensaba que hacer pruebas era un desperdicio de recursos— y recabar estadísticas de la enfermedad. Sus cifras eran tan erráticas, sin embargo, que el presidente Felipe Calderón ordenó que el secretario de hacienda, Ernesto Cordero, organizara un nuevo equipo para asumir esa responsabilidad.

López-Gatell fue nombrado subsecretario de Salud en 2018 y en 2020 se convirtió en líder del combate a la pandemia. Yo expresé públicamente entonces que había que darle el beneficio de la duda, pero las dudas se han convertido en certezas de incapacidad.

Al subsecretario se le atribuye la decisión de eliminar las compras consolidadas de medicamentos para el sector público que realizaba de manera eficaz el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). El resultado fue producir una brutal escasez de medicinas. También se le culpa de haber eliminado el Seguro Popular, lo que dejó a millones de mexicanos de escasos recursos sin servicios de salud.

Escenario

En la pandemia ha sido particularmente inepto. Primero reaccionó con desidia, sin entender la gravedad del Covid-19. Afirmó que el país estaba preparado para enfrentarla. Cerró pronto escuelas y actividades económicas, pero causó una brutal caída económica sin adoptar otras medidas que resultaron más eficaces en otros países, como la toma de pruebas para aislar a los contagiados. Su declaración el 9 de marzo de 2020 de que “la fuerza del presidente es moral, no es una fuerza de contagio”, reveló no solo una lisonjería extrema a su jefe sino un desprecio por la ciencia médica. El 9 de junio de ese año declaró que el Covid dejaría un saldo de 30 mil a 35 mil fallecimientos y que solo en un “escenario muy catastrófico” se rebasarían las 60 mil muertes.

Los resultados han superado todas sus previsiones. México es el quinto país con más muertes por Covid, con 327 mil 261 en números oficiales hasta el 26 de julio. Se ubica, en contraste, en el lugar número 166 del mundo en pruebas realizadas.

El bajo número de pruebas significa que los números reales de fallecimientos son mucho mayores a los reportados. El exceso de mortalidad por todas las causas en 2020 y 2021 fue de 631 mil 730.

A pesar de los errores, o quizá por ellos, el presidente le ha dado cada vez más facultades a López-Gatell. En 2020 lo nombró responsable de 13 unidades administrativas y órganos desconcentrados, incluyendo la Cofepris, una institución crucial para regular medicamentos y alimentos y que cada día está más burocratizada. Este 27 de julio le entregó la facultad de emitir y coordinar las Normas Oficiales Mexicanas, las NOM.

Ya no hay posible beneficio de la duda. López-Gatell ha cometido un error tras otro. A él se le pueden atribuir cientos de miles muertes en la pandemia, la gravedad de la caída de la economía en 2020 y el deterioro generalizado del sistema de salud pública. Parecería que, en lugar de ayudar, está empeñado en destruir lo poco que teníamos en el sector salud.

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